Liga de Campeones | El FC Barcelona tropieza en la misma piedra y se queda sin final

Por Rafael Castro
7 min.
FC Barcelona @Maxppp

El conjunto azulgrana vuelve a firmar otro tropiezo de época en Europa, al dejarse remontar incomprensiblemente un 3-0 en la ida, con dos goles de Divock Origi y otros tantos de Georginio Wijnaldum (4-0).

Anfield Road. Uno de los grandes templos europeos del fútbol. Un estadio con vida propia, con una mística inigualable, y con 10 Copas de Europa hoy en el terreno de juego. Un escenario ideal, con un resultado inmejorable en la ida (3-0) para un FC Barcelona que buscaba su novena final del mayor torneo de clubes del planeta. El cuadro culé se plantaba a orillas del Merseyside además en pleno estado de forma, con los titulares descansados y la única baja de Ousmane Dembélé, que había vuelto a ser suplente en este tramo del curso, y que cayó lesionado en Vigo. Todo por tanto a favor para los de Ernesto Valverde, con el recuerdo de Roma siempre presente en el horizonte. Justo lo contrario que le sucedía al Liverpool: un gran resultado por remontar, las bajas importantes de Roberto Firmino, Naby Keita y Mohammed Salah, y con Virgil Van Dijk que llegó justo al once inicial. Jürgen Klopp sabía que la gran temporada de los reds se definiría hoy y el domingo que viene, y en ambos encuentros necesitaba sendos milagros para poder optar a algún título. Porque la agónica victoria del Manchester City anoche, con ese golazo inesperado de Vincent Kompany, seguro que habría sentado mal a sus pupilos, que siguen aferrados a la última esperanza de volver a tocar el trofeo de la Premier League. De momento hoy hicieron temblar desde el principio al conjunto catalán, con una intensa primera parte de la que ahora hablaremos.

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Era de esperar. Y por muchos avisos que se dieron desde todas partes, desde Ernesto Valverde a los jugadores cuando acabó el partido de ida hace solamente seis días, se cumplían al poco del inicio los peores pronósticos. Otro gran arranque de los ingleses, que salieron como un vendaval como se esperaba, provocó pérdidas tontas de un FC Barcelona más nervioso de lo normal. En una de ellas, Jordi Alba no se percató de la presencia de Sadio Mané, quien tras arrebatarle la pelota acabaría encarando a la zaga culé para que la jugada la terminara rematando Divock Origi a placer. Era el minuto 8, con todo el partido por delante y Anfield hacía valer su mística. El combinado del Merseyside creía ante una escuadra catalana que era un manojo de nervios. Exactamente igual que en Roma, incapaces de salir con la pelota jugada hasta el minuto 15. Hasta que los culés recuperaron el resuello, bien pudo haberles caído el segundo gol o quizás un penalti en contra, que Sergi Roberto estuvo cerca de cometer sobre el citado delantero africano. No fue así, y poco a poco los españoles se iban haciendo con el control de la pelota, tras lograr trenzar un par de jugadas con criterio y plantarse ante la portería de Alisson. El Liverpool tomaba riesgos, eso era indudable, y las oportunidades tendrían que llegar. La mejor la desperdició Lionel Messi, que se entretuvo de forma incomprensible con todo a favor en el punto de penalti, justo cuando su equipo comenzaba a despertar. También el meta brasileño contribuyó a frustrar el primer gol azulgrana en Anfield, aumentando todavía más por tanto las opciones de su equipo, que cuando llegaba sobre Marc-André Ter Stegen también creaba peligro. Aunque fueran a menos conforme avanzaban los minutos.

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El FC Barcelona buscaba el control, que el partido no se volviera loco que era lo que Jürgen Klopp parecía buscar desde la banda. Eso, un poquito de nervios en el rival y el empuje de la grada debían hacer el resto porque sus jugadores parecían más cansados conforme avanzaba el choque y los culés seguían manteniendo la posesión. Con esos espacios, Messi gozó de sus ocasiones, y hasta regaló una que casi era gol a Jordi Alba, cuando la primera parte expiraba. El lateral no acertó, ante un gran Alisson de nuevo, y dejó la eliminatoria de nuevo abierta al descanso. Porque, aunque el reloj parecía correr en contra del Liverpool la prórroga solamente estaba a dos goles de diferencia y la segunda parte podría ser muy larga. Todo por decidir por tanto para ese segundo acto, con Roma cada vez más presente y un cuadro culé que no podría quedarse tranquilo a menos que lograra romper ese maleficio que ha tenido fuera de casa en Europa desde hace unas temporadas, con una paupérrima media de goles que ha sido uno de sus debes en este tiempo.

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Salida en tromba del Liverpool y caída de brazos culé

También es posible que en el descanso el FC Barcelona hablara de lo que estaba por venir, o eso se presuponía. Porque a los reds les hacían falta dos goles, pero ambos llegaron muy rápidamente. Y los dos del recién entrado en el campo, Georginio Wijnaldum. En menos de dos minutos, demostrando el holandés su capacidad de llegada desde segunda línea y equilibrando en el 56’ una eliminatoria que parecía muerta antes del inicio del partido. Y cuando logra esto, no hay cansancio que valga, sobre todo si tu rival no deja de cometer errores una y otra vez, si los nervios lo atenazan y apenas logra salir de las inmediaciones de su área. Dos fogonazos de la escuadra inglesa que hacían justicia a lo visto hasta entonces en la eliminatoria, y que con media hora por delante dejaba todo muy abierto, a expensas de un gol que terminara de desnivelar la eliminatoria para cualquiera de los dos lados. El Liverpool contaba sin duda con el factor anímico de su lado, mientras Ernesto Valverde buscaba reaccionar como no supo en Roma. Sin Ousmane Dembélé para buscar las contras, el Txingurri repitió el primer cambio de la ida dando entrada a Nelson Semedo por Philippe Coutinho, muy gris en todo el partido. Sergi Roberto pasaba al centro del campo para ayudar a dar la contundencia perdida, en un momento en el que los visitantes no ganaban ni un solo balón dividido y no sabían bien qué hacer con la pelota.

Y es que, lejos de reaccionar con ese tercer gol (el segundo tan seguido) y con tanto tiempo por delante, el FC Barcelona siguió en coma. Los fantasmas de Roma, la incapacidad de reacción, lo que quieran. El caso es que el conjunto culé no lograba acosar el área de Alisson, era incapaz de inquietar como en ocasiones durante la primera parte. Quizás los avisos de la ida no fueron tomados en cuenta, o nadie esperaba que se tropezara dos veces en la misma piedra. Pero el caso es que el conjunto visitante no se recuperó de esos goles, no pudo hacerlo de ninguna manera, no encontró ni el camino ni las fuerzas. Y por si fuera poco el conjunto catalán regalaba también el cuarto gol, en el 79’, tras un saque de esquina lanzado con astucia que Divock Origi supo ver antes que nadie anticipándose a la zaga azulgrana, más retratada que nunca, sin capacidad alguna de reacción. Daba igual que Arthur Melo hubiera entrado antes, que hubiera aparentemente más control del lado culé, porque al FC Barcelona solamente le quedaba un milagro al estilo Stamford Bridge.

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Y no llegó. De manera que el Liverpool alcanza su segunda final consecutiva, contra pronóstico esta vez pero como claro favorito para la misma, que se disputará el 1 de junio en Madrid, y para la que espera a Ajax o Tottenham. El conjunto de Jürgen Klopp se lo ha merecido sin duda alguna, ante un FC Barcelona incapaz ni siquiera de tener ocasiones claras en los minutos finales, con pérdidas absurdas que dilapidaron cualquier opción. Una derrota que seguramente dará más daño todavía que la del año pasado, que tendrá consecuencias muy duras en el seno del club, que todavía están por ver.

Queda la final de Copa del Rey en apenas dos semanas, que veremos cómo afronta esta escuadra ante el Valencia, para intentar salvar al menos los muebles en el tramo final de la temporada. Pero el tropiezo de hoy será todavía más recordado que el del año pasado, y al tratarse de dos remontadas tan seguidas, con la misma tónica y sin la capacidad de reacción suficiente, dejarán señalado a Ernesto Valverde en primer lugar. Y después a muchos jugadores, de manera que es muy probable que haya una revolución más amplia en la plantilla de la esperada, porque la temporada se queda de nuevo con un sabor tan agridulce.

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