Su habilidad con el balón en los pies y, especialmente, su determinación resultaron fundamentales para que Holanda superase a México y se plantase en los cuartos de final del Mundial de Brasil.
A tres minutos para el final, dos jugadores optaban al honorífico galardón de MVP del partido: Héctor Herrera y Guillermo Ochoa. El primero había liderado a México gracias a su dinamismo y habilidad, y el segundo había vuelto a dar muestras de sus extraordinarios reflejos. Sin embargo, en el 87 marcó Wesley Sneijder y las previsiones se fueron al traste.
En cualquier caso, con la prorroga asomando la cabeza, parecía quedar tiempo para tomar una decisión definitiva. Fue entonces cuando Arjen Robben sacó un conejo de su chistera y forzó el penalti que colocó a Holanda en los cuartos de final. Sólo por eso, por su determinación para creer en la victoria cuando todos se conformaban con el tiempo extra, el jugador del Bayern Múnich merece ser reconocido.
Además, si rebobinamos la cinta, encontraremos otros detalles significativos. Y es que, durante un partido en el que su selección mostró un pobre nivel de juego, el vertical atacante fue lo único potable. Su chispa puede prender cualquier defensa hasta quemarla. A España le sacó algo más que los colores y a México, aunque con cuentagotas, también le hizo sufrir. De hecho, ya en la primera parte, Pedro Proença debió haber señalado otro penalti sobre él.
Pero Holanda es Robben y eso es un problema. O Louis van Gaal trata de sacar más partido a sus mimbres con un sistema menos conservador o reza todo lo que sepa porque su mejor hombre siga enchufado...
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