Eurocopa 2016 - Alemania triunfa en el reino del miedo: Las notas del partido

Tanto respeto tenía Joachim Löw a Italia que no dudó en calcar su planteamiento. El seleccionador de Alemania sentó a Julian Draxler, su mejor hombre en el choque de octavos, para dar entrada a un zaguero, Benedikt Höwedes. En el campo, este inesperado baile de piezas se tradujo en un 3-5-2, exactamente el mismo esquema que viene practicando la azzurra desde el arranque del torneo.

Con esta variante, el preparador teutón logró lo que seguramente pretendía: generar una manifiesta superioridad de efectivos en la zona de tres cuartos transalpina. De hecho, durante los primeros 45 minutos, el encargado de conectar medular con ataque, el ítalobrasileño Eder, se vio tan rodeado de rivales que apenas pudo entrar en contacto con el balón. Si a ello le sumamos la ausencia de Daniele de Rossi, puede entenderse por qué Italia sólo pudo hilvanar una jugada en este tiempo, una acción que, eso sí, bien pudo acabar en gol si el disparo de Sturaro no hubiese tocado en un defensa (minuto 42).

Tampoco es que Alemania sacara un rédito mayor al cambio de sistema. Dominó la posesión con claridad, pero apenas generó peligro. Sin el imaginativo Draxler sobre el campo, todo quedó a expensas de algún fogonazo de Özil, pero el del Arsenal volvió a ser la viva imagen de la intermitencia. Solo al final, cuando se intuía el descanso, el cuadro germano generó algo de inquietud a Buffon, pero ni Mario Gómez ni Müller remataron a portería con la claridad necesaria (minutos 40 y 41).

Los goles cambian el partido

Tras el paso por los vestuarios llegó a dar la sensación de que el partido podía cambiar. Fue solo un espejismo. El miedo al error, a recibir un gol que lo cambiase todo, era más fuerte que el deseo de ganar y eso se traducía en un ritmo lento y pesado que a punto estuvo de enviar a la cama antes de tiempo a más de un espectador imparcial.

Por fortuna para el espectáculo, Alemania sacó partido a su dominio del esférico a los 20 minutos de la reanudación. Fue una jugada extraña en la que se sólo Jonas Hector interpretó el papel que le correspondía, al llegar hasta casi línea de fondo para poner un centro que envió al fondo de la red el centrocampista Mesut Özil. Con anterioridad, y fuera del área, había sido el 9 puro, Mario Gómez, quien había maniobrado con habilidad para enviarle el balón al carrilero y dar origen al 1-0.

Como cabía esperar, el choque cambió con el tanto. A Italia no le quedó más remedio que dar un paso al frente y eso permitió que, de repente, el balón circulase con más fluidez y, sobretodo, más cerca de las áreas. En cualquier caso, si llegó el empate fue porque Boateng cometió un error de bulto. Por dejar claro que no estaba empujando a su par dentro del área, el zaguero saltó con los brazos completamente hacia arriba y el balón, que pasaba por la zona, golpeó contra ellos. Un penalti tan claro como tonto que transformó Bonucci en el 1-1 y que encaminó el partido hacia la prórroga.

Si poco había pasado en 90 minutos de juego, menos aún en los 30 de prolongación que, en realidad, sólo sirvieron para retrasar la siempre agónica tanda de penaltis. En el duelo entre dos de los mejores arqueros del mundo, emergió la figura de Manuel Neuer, que detuvo dos de los nueve penaltis que acabó lanzando Italia. Hector no marró el disparo número 18 y Alemania, que tuvo algo menos de miedo a perder, se coló en semifinales.

Las notas de la redacción para los jugadores de Alemania:

Las notas de la redacción para los jugadores de Italia:

El hombre del partido – Manuel Neuer:

En un partido en el que el fútbol brilló por su ausencia acabó resultando decisiva la pericia de Manuel Neuer para detener dos de los nueve penaltis lanzados por Italia. El arquero alemán, que apenas había tenido trabajo a lo largo del choque, se mostró muy concentrado y logró desviar los disparos de Bonucci y Darmian en la tanda.