Athletic de Bilbao: La identidad perdida

No es cuestión de victorias o derrotas, ni siquiera de estilos de juego. Se trata de identidad, de la imagen que el Athletic de Bilbao se había trabajado en más de cien años de historia. De aquello -raza, coraje, compromiso, sacrificio, entrega...- no queda casi nada.

Frente al Eibar, los rojiblancos tocaron fondo. Confiados en su supuesta superioridad técnica y táctica, los pupilos de Marcelo Bielsa afrontaron el encuentro con una desgana sonrojante. Subestimaron al rival y creyeron que con unos cuantos toques de balón en la medular serían capaces de desarmar la zaga armera. Nada más lejos de la realidad.

Sin apenas espacio para alcanzar la portería rival, los vizcaínos no encontraron alternativa ni se molestaron en buscarla. Sestearon hasta la desesperación y cometieron infinitos errores en el pase. Su falta de intensidad fue tan desesperante que ni siquiera con el marcador en contra dieron sensación de peligro. De hecho, el inocuo gol del empate llegó tras un error del rival (al tirar el fuera de juego) y no por un cambio de actitud.

Las causas de esta decadencia que parece no tener fin son múltiples y variadas, pero la mayoría tienen que ver con el bajísimo rendimiento que están ofreciendo jugadores como Jon Aurtenetxe, Óscar de Marcos o Mikel San José; la irregularidad crispante de Fernando Amorebieta, Iker Muniain o Markel Susaeta, y el cada vez más evidente pasotismo de Fernando Llorente. Sólo la imagen de Borja Ekiza pidiendo perdón a la parroquia de San Mamés al final del partido responde a la verdadera identidad de una plantilla que parece haberse olvidado de lo mucho que representan.