Athletic: Iñaki Williams, el canterano inusual

Iñaki Williams no es un canterano al uso. Su historia está cargada de matices que le hacen no diferente, sino especial. Es negro, y aunque no es el primero que accede al primer equipo (ese honor corresponde al ahora cedido Jonás Ramalho), su presencia sigue resultando llamativa en un club que presume de apostar por jugadores vascos.

Pero el color de su piel, un matiz que ya no debería causar sorpresa en este mundo globalizado en el que vivimos, no es el único detalle que ha forjado el carácter del futbolista. Su historia vital tiene muy poco que ver con el glamour que emana el balompié. Arranca en Liberia, la tierra en la que nació su madre, continúa en Ghana, donde ella conoció a su padre durante su estancia en un campo de refugiados, y cobra fuerza en Barakaldo, localidad vizcaína en la que por esos avatares de la vida aterrizaron en busca de un futuro mejor. Allí, un 15 junio de 1994, nació Iñaki.

En su lucha por la supervivencia, los progenitores emigraron a Navarra y fue en esa tierra donde el niño se convirtió en futbolista. Primero el Club Natación, después el Club Deportivo Pamplona y, finalmente, el Athletic Club, escuadra que le reclutó cuando apenas contaba con 10 años y que no fue hasta el pasado 6 de diciembre cuando, a los 20 años de edad, le dio la oportunidad de debutar con el primer equipo (ante el Córdoba).

El éxito de la constancia

En este largo periplo, el ariete ha tenido que luchar contra los que desconfiaban de su aspecto (llegó a lucir una cresta al estilo Mario Balotelli) y los que creían que en cuanto su cuerpo dejase de crecer y su superioridad física no fuese tan evidente su rendimiento se vería afectado. A fuerza de goles, todas las voces críticas se fueron apagando.

Curiosamente, los tantos no han tenido nada que ver con el cariño que ya le profesa San Mamés (sólo suma uno, el anotado ante el Torino en Europa League). Han sido algunas cualidades tan incontables como el desborde, la verticalidad, la entrega o el compromiso las que le han permitido ganarse el fervor de una parroquia rojiblanca muy poco acostumbrada a ver un futbolista con ese perfil tan diferente.

A Willy, como a tantos otros jugadores que comienzan a asomarse a la élite, aún le queda mucho camino por recorrer para consolidarse como un futbolista de primer nivel. Eso sí, el delantero sabe que si mantiene su espíritu y sus ganas de aprender puede convertirse en uno de los jugadores más recordados de la historia de un club inusual, casi tanto como él.