Atlético: El futuro se llama Saúl Ñíguez

«Saúl tiene un futuro enorme con un presente en crecimiento. Es el clásico jugador, como Koke, como Gabi, que nos hace muy bien. Con humildad, paciencia y trabajo está destinado a ser un centrocampista importante en el club». Al término del último choque de Liga, Diego Simeone no tuvo problemas en dedicar encendidos elogios hacia uno de sus pupilos, el centrocampista Saúl Ñíguez.

Pero el técnico argentino no fue el único que reconoció su brillante partido ante el Sevilla. La siempre exigente grada del Vicente Calderón, la misma que no hace mucho le dedicó una buena ración de pitos a Raúl Jiménez o al propio Cholo por no entender uno de sus cambios, se puso en pie para despedirle cuando fue sustituido y le ovacionó con fuerza convencida de que se encuentra ante uno de los jugadores que puede marcar el futuro de su equipo en temporadas venideras.

Forjado en la cantera del Atlético de Madrid, el ilicitano debutó con la primera plantilla en la campaña 2011-2012, aunque no fue hasta el curso siguiente cuando consiguió acumular una cantidad de partidos reseñable (11). El pasado curso, tras constatar que el Atlético no le iba a garantizar minutos, el jugador decidió aceptar la propuesta de cesión del Rayo Vallecano, escuadra en la que, pese al empeño de Paco Jémez en ubicarle como central, terminó ofreciendo un sensacional rendimiento como mediocentro.

Esta campaña, Simeone ha impulsado aún más su evolución al comprender que un futbolista tan completo física como técnicamente podía resultar mucho más determinante cerca del área, algo que quedó patente en el choque ante el cuadro hispalense del pasado sábado en el que incluso llegó a marcar un gol (el primero como rojiblanco).

Si mantiene su fantástica evolución y el preparador colchonero le permite seguir acumulando experiencia al máximo nivel, no sería extraño que en un breve espacio de tiempo, Saúl lograse dar el salto a la Selección de España absoluta, un combinado que ha comenzado con el duro proceso de regeneración tras la debacle del Mundial de Brasil. De momento, el Calderón ya ha caído rendido a sus pies.