Fue uno de los fichajes del pasado verano y comenzó la temporada como titular. Pero en el cuadro culé tienes que aprovechar bien los minutos porque las oportunidades son escasas.
Gerard Deulofeu regresaba al FC Barcelona el pasado verano porque la escuadra catalana ejercía la opción de recompra que tenía pactada con el Everton. Los toffees lo habían cedido en enero al AC Milan, donde firmó una buena segunda mitad de temporada que hizo que el club azulgrana se convenciera de su regreso.
Fue titular en la ida de la Supercopa ante el Real Madrid, el primer partido oficial del curso, aprovechando la salida de Neymar y el hecho de que su equipo no hubiera fichado todavía a Ousmane Dembélé. De hecho jugó en los siguientes compromisos, ya fuera de inicio o como suplente, hasta el debut del galo ante el Espanyol, que fue quien lo sustituyó.
Pero cuando el francés llegó, Ernesto Valverde comenzó a apostar por el ex del Borussia de Dortmund hasta su lesión en Getafe. Después sería titular ante el Eibar, partido que resume perfectamente lo que le ha sucedido al canterano en este inicio de temporada, y en el que no logró marcar las diferencias a pesar de la superioridad azulgrana en el resultado (6-1).
El ex del Sevilla se ha mostrado retraído, errático, impreciso, desubicado, con poca profundidad y sorprendentemente sin el descaro que antes le hacía ser un jugador desequilibrante. No encuentra su lugar pese a jugar normalmente por la derecha, y apenas consigue ser importante en ataque, o asociarse bien con compañeros como Lionel Messi o Luis Suárez.
El miércoles en Lisboa ni siquiera estuvo convocado, mientras otros compañeros como Aleix Vidal, Sergi Roberto o Denis Suárez van haciendo más méritos que él para jugar. Todo ello sin contar que Dembélé volverá en enero. Le queda poco margen a Gerard Deulofeu…
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