Los nuevos talentos que sostienen la filosofía del Athletic Club

El pasado verano puso en evidencia los riesgos de la particular filosofía del Athletic Club. El cuadro vasco trató de fichar a varios de los jugadores que encajan en sus parámetros (deben ser futbolista nacidos o criados deportivamente en el País Vasco o Navarra), pero los clubes propietarios, conscientes de esas limitaciones, repelieron el ataque engordando considerablemente el precio de salida. En consecuencia, los vizcaínos se despidieron del mercado estival sin poder cerrar ninguna contratación.

Esta maniobra provocó el casi inevitable ascenso al primer equipo de hasta cuatro jugadores forjados en la cantera: el meta Kepa Arrizabalaga (22 años), el central Yeray Álvarez (21), el lateral zurdo Enric Saborit (24) y el centrocampista Mikel Vesga (23). Igualmente, el técnico del primer equipo, Ernesto Valverde, también probó durante la pretemporada al zaguero Óscar Gil, pero finalmente optó por favorecer su cesión al Real Oviedo.

Cuatro meses después del cierre del mercado estival y ya con la temporada alcanzando su ecuador, lo cierto es que al conjunto vasco no le ha ido tan mal la vida sin fichajes. De momento, sobreviven tanto en Copa del Rey como en Europa League y se mantienen en la lucha por alcanzar puestos europeos en el torneo de Liga. Además, dos de esos cuatro refuerzos se ha consolidado plenamente en el equipo y han firmado actuaciones más que notables.

Un inesperado y una confirmación

Sin duda, la irrupción más inesperada ha sido la del defensa. Los rojiblancos necesitaban cubrir la baja del retirado Carlos Gurpegi y, aunque el Txingurri comenzó apostando por el reconvertido Eneko Bóveda, lo cierto es que bastó que el de Barakaldo recibiese una mínima oportunidad para ganarse el respeto y la admiración unánime. Valiente, intuitivo y con una notable capacidad para jugar el balón, el futbolista ha sido en muchos choques el gran sustento defensivo de su escuadra, hasta el punto de eclipsar, casi completamente, al hasta ahora intocable Aymeric Laporte. Por desgracia, la pasada semana, el club anunció por sorpresa que el futbolista padecía un tumor en su testículo derecho (del que ya ha sido operado), una dolencia que, de algún modo, frenará una progresión que hasta ahora parecía imparable.

Algo más predecible resulta la explosión del arquero. Desde que recaló en Lezama, los técnicos han vaticinado que, tarde o temprano, alcanzaría el primer equipo y se consolidaría como el titular indiscutible, algo que finalmente, y tras dos cesiones muy productivas en Ponferradina y Real Valladolid, ha terminado ocurriendo esta campaña. Aunque en el comienzo del curso tuvo que rotar con Gorka Iraizoz, Arrizabalaga ha logrado hacerse con el puesto, gracias a, en gran medida, la marcha de Iago Herrerín al Leganés, pero también a sus más que destacables actuaciones en las que ha dado muestras de su agilidad bajo palos y sus dotes de mando.

Aunque necesitará mucho más que dos jugadores para seguir resultando competitivo en los próximos años, el Athletic Club ha encontrado en esta pareja un motivo para seguir confiando en su particular manera de entender un deporte que ha sucumbido completamente a la dictadura de los millones.