La dura y dolorosa derrota ante el Liverpool ha alejado al Tottenham de los primeros puestos de la tabla y ha dejado a su técnico, el luso André Villas Boas, al borde del despido.
Tras la considerable inversión realizada el pasado verano, el Tottenham se postulaba como uno de los firmes candidatos al título de la Premier League. Es cierto que los spurs sufrieron la considerable baja de Gareth Bale, pero la directiva palió su marcha con los suculentos fichajes de Roberto Soldado (30 M€), Erik Lamela (30 M€), Paulinho (20 M€), Christian Eriksen (12 M€) o Etienne Capoue (11 M€), contrataciones que dotaban al club de una plantilla más profunda y competitiva que nunca.
Aunque el cuadro londinense arrancó con fuerza, el Arsenal le derrotó en el primer compromiso serio de la temporada y evidenció que el conjunto dirigido por André Villas Boas aún se sustentaba sobre cimientos poco fiables. Con el paso de las semanas, lejos de corregirse, esta sensación se ha disparado hasta límites preocupantes. El pasado 24 de noviembre, el Tottenham fue vapuleado por el Manchester City (6-0) y ayer mismo, el Liverpool le endosó un durísimo 0-5 sobre el césped de White Hart Lane.
Las causas del desplome hay que buscarlas en la irregularidad mostrada por sus flamantes refuerzos y en la incapacidad de AVB para dotar de consistencia y solvencia defensiva a una escuadra que ya ha encajado 21 goles en las 16 primeras jornadas de Premier League.
Evidentemente, el declive de los spurs ha propiciado la aparición de diversas informaciones en las que se comienzan a hablar de un posible cambio en el banquillo y en las que se señala a Frank de Boer, Fabio Capello o Guus Hiddink como posibles sucesores de un Villas Boas que, horas antes de ser destituido aún mantenía la calma. «No es mi decisión, así que no puedo decir nada más. Tengo que ponerme a trabajar, eso es lo único que puedo decir. No puedo decir nada más porque, obviamente, no voy a renunciar. No soy un cobarde», espetó.
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