José Callejón llama a las puertas de la Selección Española

«Es más apreciado fuera que en España». Esta frase de la Gazzetta dello Sport resume a la perfección el actual estatus de José Callejón. El granadino acumula 6 goles en las 7 primeras jornadas de la Serie A, una cifra que le acredita como máximo anotador del torneo (comparte escalafón con Carlos Tévez y Keisuke Honda), pero que no le ha servido para llamar la atención de Vicente del Bosque.

Es cierto que con Diego Costa y Paco Alcácer rindiendo a buen nivel, no queda demasiado espacio, pero tampoco convendría olvidar que en la última convocatoria, el seleccionador nacional obvió los registros del futbolista del Nápoles y apostó por el joven Rodrigo. «La esperanza es lo último que se pierde. Sueño con poder debutar algún día en tu país, pero soy consciente de que es difícil», reconoció el propio futbolista en una entrevista reciente.

El escaso impacto que el ex del Real Madrid causa en Del Bosque viene de lejos. Durante su segunda campaña con los blancos, pese a no ser tan prolífico, el de Motril ya contrajo méritos, aunque por entonces la competencia que ejercían los intocables Fernando Torres y David Villa y los emergentes Fernando Llorente, Álvaro Negredo o Roberto Soldado resultó insuperable. El pasado curso, con muchos de estos delanteros en franca decadencia, el técnico de la Roja tampoco quiso acordarse de un jugador que bajo la batuta de Rafa Benítez terminó acumulando 20 dianas en sus 52 choques con el Nápoles.

En cualquier caso, la historia de Callejón es la de un futbolista que ha tenido que esperar siempre más de la cuenta para recibir su premio. Para debutar en la primera plantilla del Real Madrid, por ejemplo, el atacante tuvo que firmar una gran temporada con el Castilla (sumó 21 goles en la 2007-2008), disputar tres notables campañas con el Espanyol y, finalmente, hacer méritos en el espectacular plantel que manejaba José Mourinho. Si en un futuro no muy lejano le llega la llamada de Del Bosque, el delantero podrá cambiar el refrán y asegurar que no siempre el que espera, desespera.