Hace algunos días que se conocía su marcha de un Olympiakos al que llegaba en septiembre para acompañar a Marcelo. El colombiano sigue con su particular calvario y declive desde hace un tiempo, esperando su siguiente reto.
Procedente del Al-Rayyan de Catar, parecía que Olympiakos era la gran oportunidad para que James Rodríguez se reenganchara al fútbol europeo. Ya que lo había abandonado en 2021 cuando se marchaba del Everton, donde por cierto coincidió con Carlo Ancelotti en su última etapa al frente de los toffees antes de su triunfal regreso.
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El colombiano rindió siempre a gran nivel con el entrenador italiano, pero desde sus primeras dos temporadas con brillo en el Real Madrid, su rendimiento fue en declive. Y es que James Rodríguez colecciona a sus 31 años bastantes fiascos, a la espera no obstante de su siguiente paso con el que seguir con su carrera deportiva.
Un comportamiento cuestionable
Ha sido noticia en Grecia durante los últimos días porque, tras conocerse su marcha del club de El Pireo, el principal colectivo de aficionados de esta escuadra, ha acusado al colombiano de frecuentar clubes nocturnos. Su agitada vida extradeportiva también ha sido cuestión de comentarios en su pasado reciente.
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Pero sobre todo y más allá del morbo, su rendimiento fue en claro y constante declive desde aquella estrella que deslumbró en el Mundial de Brasil en 2014, y que aterrizaba en el Santiago Bernabéu a cambio de 80 M€. Un jugador devaluado que está lejos de ser la figura que pudo.
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