La historia recuerda a la de la temporada pasada. El brasileño fue la luz en la oscuridad del cuadro blanco, que quiere renacer este domingo ante el FC Barcelona.
Este domingo toca una nueva edición del Clásico y parece que en estado anímico el FC Barcelona llega mejor que el Real Madrid, aunque ambos equipos lo hacen lejos de su mejor versión. Esto convierte el partido en un encuentro impredecible como lo son siempre que chocan estos dos trasatlánticos.
Una victoria reforzaría la moral del ganador y dejaría más que tocado al perdedor, mientras un empate alargará las dudas y no resolvería nada. Y ambos conjuntos tienen algo a lo que agarrarse: sus figuras. La culé es indiscutiblemente Lionel Messi, mientras en el lado local ha crecido mucho en los últimos partidos Vinicius Junior.
Parecía defenestrado en otoño por Zinedine Zidane, condenado al olvido y superado incluso por Rodrygo en el orden de preferencias del francés. Pero con su rendimiento, constante capacidad de desequilibrio, su sintonía con el Santiago Bernabéu y sus dotes de jugador diferente y capaz de desnivelar la balanza en ataque, se ha ganado a todos.
Además parece entender ese espíritu de lucha incansable que caracteriza a su club, tan personificado durante su historia reciente en jugadores convertidos ya en iconos (Raúl, Cristiano Ronaldo, Juanito…). Es la mejor baza a la que se puede agarrar su equipo, encarna la ilusión constante. ¿El gol? Su asignatura pendiente, pero no parece haber mejor escenario que el próximo para romper ese techo de cristal.
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