El Villarreal se quedó al borde de cruzar la puerta de salida de la Europa League tras caer por 4-0 ante el Olympique de Marsella. Los amarillos fueron arrollados por un equipo mucho más intenso y vertical que convirtió el regreso de Marcelino al Vélodrome en una auténtica tortura. Solo un ejercicio de épica mayúsculo en La Cerámica podría evitar su eliminación.
Tras mejorar sensiblemente su cara en el torneo de Liga (acumula siete partidos sin perder y dos victorias consecutivas), el Villarreal viajaba hoy hasta tierras galas para medirse al Olympique de Marsella en la ida de octavos de final de la Europa League. El objetivo, claro: lograr un marcador que permitiese encarar la vuelta con las menores apreturas posibles.
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El duelo resultaba especial para su técnico, un Marcelino García que, no hace mucho, tuvo que abandonar el combinado francés más por culpa de un entorno hostil que por los resultados y que tenía hoy ante sí una cierta oportunidad para reivindicarse y poner en valor su clásico 4-4-2, un esquema que nunca terminó de funcionar correctamente en el Vélodrome. Nada más lejos de la realidad.
El choque arrancó físico, con más golpes y pelea que fútbol. Y de este escenario quien salió favorecido, como podía esperarse, fue un cuadro local mucho más preparado para estas condiciones. De hecho, a los 27 minutos, y gracias a su insistencia, los galos ya dominaban por dos goles. Los tantos llegaron en acciones en las que, además, quedó claro que los amarillos siguen sin ser fiables en defensa, ya que ni molestaron a Jordan Veretout en el cabezazo del 1-0 ni actuaron con contundencia en una acción en la que Yerson Mosquera acabó marcando en propia puerta.
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El colombiano, por desgracia, salió en otra foto antes del descanso. Cerca del 40, en otra acción de flojera de toda la retaguardia, Ismaila Sarr se presenta en el área y el sudamericano, lejos de tirar de temple, carga sin miramientos y comete un absurdo penalti que Pierre-Emerick Aubameyang transforma en el 3-0 con el que se llegaría al descanso. Duro castigo, pero merecido.
Aubameyang dicta sentencia
Como cabía esperar, Marcelino reaccionó tras el descanso dando entrada, de golpe, a Alberto Moreno, Dani Parejo y Alexander Sorloth. El triple cambio pudo dar resultados con efecto casi inmediato, ya que el noruego fue derribado en su primera acción ofensiva y estuvo cerca de cobrarse un penalti que el árbitro finalmente no señaló por haberse cometido apenas unos centímetros fuera del área.
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Esta acción, en realidad, fue un espejismo, porque los castellonenses siguieron mostrándose muy blanditos y comenzaron rápidamente a conceder opciones a un rival que, sin apenas necesidad de pisar el acelerador, logró el 4-0 en una acción finalizada con absoluta clase por Aubameyang (59'). El gabonés sigue haciendo historia en una competición en la que acumula nada menos que 32 goles.
Por si fuera poco, apenas cuatro minutos después, y seguramente fruto de la frustración, Alberto Moreno trabó por detrás a Sarr y el colegiado le mostró una segunda amarilla que le obligó a enfilar el camino de los vestuarios con casi media hora de juego aún por disputarse. No era el día de los amarillos, eso parecía claro.
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Hasta el final, los visitantes se esforzaron por no encajar una goleada de escándalo y cerrar con la mayor dignidad posible un encuentro en el que no lograron ninguno de sus objetivos. Aunque en el fútbol nada debe darse por sentado, remontar un marcador así alcanza casi la categoría de milagro. En cuanto a Marcelino, queda claro ya que lo mejor que puede hacer es mantenerse lejos del Vélodrome.
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