Partido precioso el que vivimos hace unos días en Londres entre Chelsea y Manchester United. Una batalla que se decantaría de forma agónica a favor de los locales, todo ello merced a la estelar figura de un Cole Palmer que está brillando con luz propia. Por tanto, el conjunto preparado por un cuestionado Erik ten Hag confiaba en resarcirse cuanto antes de ese mazazo anímico. De hecho, se vería las caras con las de un Liverpool que anhela saborear las mieles del éxito en la Premier League.
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Alejandro Garnacho, quien está completando una buena campaña individual, saldría muy entonado desde el pitido inicial. De hecho, vería portería nada más arrancar este Clásico de Inglaterra, aunque el gol no luciría en el electrónico por posición antirreglamentaria. Sin embargo, sería un mero espejismo porque el dominio de los reds pasaría a ser avasallador. Es más, André Onana estaría providencial con numerosas intervenciones de mucho mérito para sostener a los suyos.
No obstante, nada pudo hacer el cancerbero camerunés para evitar la diana de un Luis Díaz que se beneficiaría de la prolongación de Darwin Núñez (0 – 1). Los Diablos Rojos se mantendrían con vida por la falta de puntería de su adversario, nivelando las fuerzas tras la reanudación con un golpeo de larga distancia de un Bruno Fernandes que aprovecharía el descuido de Jarell Quansah (1 – 1). Es más, una genialidad de Kobbie Mainoo desataría la locura del MU con el 2 – 1. Pese a ello, Mohamed Salah salvaría los muebles para los reds en Old Trafford al transformar una pena máxima (2 – 2), dejando la Premier patas arriba.
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