La hora de la verdad ha llegado para dos equipos que se encuentran en una dinámica realmente negativa a estas alturas del curso. Por un lado, se presentaba en acción un Granada que hará lo indecible con el firme propósito de prolongar su periplo en la máxima categoría del balompié nacional. Por el otro costado, llegaba un Sevilla muy afectado a nivel anímico por la dura derrota sufrida ante el Getafe. Eso sí, se ha decantado de pleno por la experiencia de Quique Sánchez Flores en los banquillos.
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La puesta en escena de los hispalenses sería positiva, si bien es cierto que no estaba incomodando a un André Ferreira que estaba dando sensación de inseguridad. Una cuestión que también puede trasladarse, por increíble que parezca, a un Marko Dmitrovic que ofreció un nivel superlativo en su día con el Eibar. Los nazaríes adelantarían la presión para inquietar a su oponente, todo ello en un contexto de partido realmente nivelado.
Una paridad que, eso sí, rompería un Adrià Pedrosa que está siendo una de las pocas alegrías en lo que va de campaña para el siete veces ganador de la Europa League (0 – 1). Instantes más tarde, Lucas Ocampos materializaría una obra de arte para dejar casi contra las cuerdas al desdibujado cuadro de Alexander Medina (0 – 2). Pedrosa estrellaría el cuero en la cruceta cuando acariciaba su doblete, mientras que un tremendo testarazo de Sergio Ramos dejaría la historia vista para sentencia (0 – 3). En resumen, un triunfo balsámico para un Sevilla que deja muy hundido a su rival.
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