El golpe de realidad del Girona
En tan solo una temporada, el Girona ha pasado de llegar a creer que podía competir por ganar La Liga a rozar el descenso tras una segunda vuelta dramática

El Girona fue el equipo del curso pasado en Primera División. Jugadores semidesconocidos al inicio de la temporada, como Savinho o Dovbyk, llevaron al conjunto catalán a pelear con los más grandes, con aquella victoria por 2-4 en Montjuic como culmen de un proyecto que lleva el sello de Míchel hasta en el esparadrapo que les sujeta las espinilleras a los suyos.
Gracias a ese sistema inamovible de tres centrales y dos carrileros, el Girona fue un equipo plenamente reconocible durante todo el curso, con unos mecanismos de salida de balón propios de las mejores pizarras del continente. Sin embargo, más importante que el plan en sí son los nombres que lo llevan a cabo, y al bajar la calidad de estos, el resultado también varía.
Si bien Míchel es el máximo responsable también para lo malo, no se puede obviar que la fallida planificación de plantilla llevada a cabo en verano, condiciona sobremanera su margen de maniobra. Los 24 goles de Dovbyk en liga fueron reemplazados con (hasta la fecha) los cuatro de Abel Ruiz y los dos de Miovski, las 19 participaciones de gol de Savinho trataron de maquillarse con lo que pudieran aportar Asprilla y Danjuma, y el papel clave de Eric García en la construcción de juego fue asumido por Kreici.
Gastaron, pero no acertaron
No es que el Girona no quisiera gastar (ingresó 56,9 millones y desembolsó 45,5), sino que las apuestas de este año, algunas mejor tiradas que otras, no han dado sus frutos. Era una quimera intentar igualar el nivel de los puntales de la 2023-2024, pero tampoco tampoco se esperaba que se tuviera que luchar por la permanencia, más aún cuando durante gran parte del curso, el equipo parecía moderadamente estable en la parte media de la tabla.
Además, el factor de jugar la Champions League, alternando tres competiciones por primera vez en su historia, ha desgastado más aún a un bloque en el que han ido emergiendo las dudas hasta el punto de que figuras como Gazzaniga, por momentos, se han convertido en la sombra de lo que fueron.
Conforme el murmullo entorno al equipo ha ido creciendo, las críticas han llegado hacia un Míchel al que cuando antes se le alababa esa fidelidad a sus principios futbolísticos, ahora se le ha tacha de ser demasiado rígido con sus ideales teniendo una plantilla que no responde en el campo, en lo que ilustra perfectamente esa doble cara del fútbol, según vayas con viento a favor, o lo tengas en contra.
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