El Manchester United acaricia ya la final de la Europa League tras golear a la AS Roma en un partido que se decantó a su favor durante una frenética segunda parte en la que logró sumar nada menos que cinco goles. De los italianos, que se habían mostrado muy eficaces en el primer acto, apenas hubo noticias en este periodo.
Los primeros 45 minutos, que en realidad fueron 50, dejaron un balance de tres goles y otros tantos lesionados. En ambas estadísticas, la AS Roma llevó la voz cantante. En la segunda, por desgracia, de forma abrumadora. De hecho, antes del descanso Paulo Fonseca ya se vio obligado a introducir tres cambios para suplir a los lesionados Pau López, Jordan Veretout y Leonardo Spinazzola.
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Afortunadamente, en el asunto de los tantos, los romanos salieron mejor parados. Aunque el Manchester United se adelantó muy pronto (9'), merced a un buena acción de Paul Pogba que culminó Bruno Fernandes, los italianos se rehicieron con rapidez y lograron llegar al descanso con ventaja en el marcador. Primero Lorenzo Pellegrini, al anotar una pena máxima cobrada a Pogba por golpear el balón con la mano (14'), y después Edin Dzeko, tras culminar una buena acción colectiva (34'), fueron los autores de los tantos.
Reacción y rodillo
El paso por vestuarios le sentó especialmente bien a los locales. Conscientes de que el 1-2 les dejaba en un mal lugar, los británicos se lanzaron decididamente al ataque y fueron poco a poco arrinconando a un cuadro transalpino que con el paso de los minutos perdió hasta su capacidad para salir a la contra.
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El tanto de Edinson Cavani a los tres minutos de la reanudación no solo sirvió para igualar la contienda, también ejerció como acicate para un equipo que siguió creciendo y que acabó convertido en una apisonadora. Su dominio se hizo especialmente patente en un tramo de apenas 11 minutos (del 63 al 74) en el que de nuevo Cavani y Bruno Fernandes y finalmente Pogba sumaron tres dianas de forma casi consecutiva.
🚀 EDINSON CAVANI
— GOL ⚽ (@Gol) April 29, 2021
🏴 MUN 2-2 ROM 🇮🇹
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Para rematar la faena y dejar la eliminatoria casi vista para sentencia, el joven Mason Greenwood se sumó a la fiesta en el 86 y firmó un definitivo 6-2 que en realidad viene a traducir la diferencia que existe entre un equipo que no se esconde y siempre hace por jugar el ataque y otro que simplemente trata de sobrevivir a base de zarpazos ocasionales.
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