Europa League | San Mamés creyó en la remontada, el Athletic Club no

Por Juan C. Navarro
3 min.
Athletic Club @Maxppp

Los jugadores del Athletic Club no supieron estar a la altura del enorme despliegue realizado por su afición y firmaron otro catastrófico partido que, lógicamente, les impidió si quiera poner en aprietos a un Olympique de Marsella que con la ley del mínimo esfuerzo volvió a derrotar a los rojiblancos (1-2) y se metió en cuartos de final de la Europa League.

«El que no crea que es posible, mejor que no venga». En los días previos al choque, la voz sin duda más autorizada del vestuario del Athletic Club, el donostiarra Aritz Aduriz, apelaba al espíritu de las grandes noches y pedía un apoyo extra a una afición que ha sufrido ya un buen número de varapalos a lo largo del curso y que, tras la pobre actuación de su equipo en el choque de ida, apenas confiaba en la remontada.

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Aunque para ser sinceros, el equipo no se ha ganado tal derecho sobre el campo, San Mamés escuchó las suplicas y respondió. Los aficionados rojiblancos poblaron las gradas de su nuevo estadio y se dejaron la garganta para animar a sus futbolistas. Durante un buen rato, olvidaron los malos ratos y hasta el bochorno que les han hecho pasar los suyos esta temporada y se dedicaron en cuerpo y alma a animar.

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Lo cierto es que si solo contase la fe y el apoyo de la grada, la remontada hubiese sido coser y cantar, pero como a este Athletic de José Ángel Ziganda le faltan cosas tan elementales como un estilo definido de juego o una gran dosis de carácter, la tarea se convirtió en, como por otra parte cabía esperar, una misión imposible. Que Iago Herrerín tuviese que evitar el 0-1 a los 7 minutos, tras tiro de Lucas Ocampos, o que los rojiblancos alcanzasen el descanso con apenas un remate peligroso (un cabezazo de Aritz Aduriz) son buenos síntomas de lo verdaderamente lejos que quedaba esta empresa.

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Por eso, a nadie le puede extrañar que, a los 38 minutos, la realidad superase a la ficción que se habían creado en su mente los jugadores rojiblancos y que, además, le habían obligado a tragarse a sus seguidores. En ese instante, un reincidente como Íñigo Lekue, jugador al que el Cuco ha casi arruinado la carrera con su empeño de colocarle como lateral, cometió un inocente penalti ante Dimitri Payet que el propio atacante convirtió en el 0-1.

Sin motivos para creer

Pero el gol no fue el único sopapo de realidad que recibió el combinado rojiblanco, ya que Mikel Rico y Yeray Álvarez, dos jugadores que por su entrega resultan hoy por hoy indispensables, cayeron lesionados en acciones intrascendentes y tuvieron que marcharse al vestuario antes del descanso. Demasiado para seguir creyendo.

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De lo ocurrido en la segunda parte, mejor ni hablar. El ejercicio de inoperancia (que no de impotencia, que para eso al menos hay que dejarse la piel en el intento) fue tan monstruoso que el Athletic volvió a convertirse en una marioneta en manos de jugadores con tanto cuajo como Luiz Gustavo o tan habilidosos y decisivos como Lucas Ocampos (autor del 0-2), Florian Thauvin, Payet y compañía.

Con una actuación casi ridícula, que fue provocando el vaciado paulatino de San Mamés y que acabó con Aduriz expulsado (tal vez haya sido el último partido europeo de su carrera) y con un gol inútil de Iñaki Williams, el combinado rojiblanco se despidió de Europa y se condenó a vivir un final de temporada tan intrascendente como absolutamente triste... Hubo un tiempo en el que se pudo creer, hoy en día, con este equipo agotado, desnortado y acomodado, desde luego que no. La realidad es ésta. No hay más.

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Octavos de final (vuelta):

Lokomotiv Moscú 1-5 Atlético de Madrid (Global 1-8)

Athletic Club 1-2 Olympique Marsella (2-5)

Dynamo Kiev 0-2 Lazio (2-4)

Zenit San Petersburgo 1-1 RB Leipzig (2-3)

(En negrita, equipos clasificados)

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