Cuarto clasificado en la última edición de la Serie A, la Fiorentina pretende recortar la cada vez menor distancia que le separa de los actuales dominadores del Calcio.
Durante muchos minutos de la última jornada de Serie A, la Fiorentina soñó con la Champions League. Su contundente triunfo ante el Pescara y la derrota momentánea del AC Milan en su visita a Siena le otorgaban la tercera plaza de la tabla, la última que daba acceso al máximo torneo continental. Sin embargo, un último arreón rossonero y los goles de Mario Balotelli y Philippe Mexes lograron dar la vuelta al marcador y dejaron con la miel en los labios a la escuadra viola.
Lejos de desanimarse, el club florentino ha encarado el mercado de fichajes con la firme intención de recortar la cada vez más exigua distancia que le separa de la élite del fútbol italiano. Así, en un movimiento envidiable para el resto de escuadras transalpinas, la directiva ha logrado cerrar el fichaje de un delantero capaz de marcar las diferencias: Mario Gómez.
Junto al teutón han aterrizado en el Artemio Franchi el experimentado meta charrúa Gustavo Munúa, el prometedor zaguero Marcos Alonso, el veterano centrocampista Massimo Ambrosini, el solvente mediapunta Josip Ilicic o el desequilibrante extremo Joaquín, futbolistas que ampliarán la competitividad y el talento de la escuadra.
Si Vincenzo Montella, técnico de la entidad, es capaz de ensamblar las nuevas piezas en un conjunto que ya cuenta con Stefan Savic, Alberto Aquilani, Borja Valero, Adem Ljajic o Giuseppe Rossi, la Fiorentina dispondrá de una plantilla capacitada para asaltar definitivamente los puestos de Champions League y, por qué no, soñar con el título de liga.
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