El Villarreal desperdició una gran ocasión para casi dejar sentenciado su pase a la final de la Europa League. Los amarillos, que dominaban por 2-0 y contaban con un hombre más sobre el césped, no supieron jugar sus bazas con autoridad y permitieron que el Arsenal anotase un gol que le deja con vida de cara al choque de vuelta.
El partido arrancó de la mejor manera posible para el Villarreal. Aunque el Arsenal decidió presionar muy arriba, en su primera incursión seria, Samu Chukwueze se abrió paso entre dos defensores y dejó un balón suelto que Manu Trigueros, llegando desde atrás, convirtió en el 1-0 con un potente disparo cruzado (minuto 4).
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El tanto no varió el plan de los londinenses, que siguieron insistiendo en la presión y la posesión como armas para decantar el duelo a su favor. Durante los minutos posteriores al gol, llegó a intuirse que su táctica podía resultar efectiva, pero en cuanto los locales recuperaron el ritmo, el choque se niveló por completo.
Aunque los gunners daban quizás una mayor sensación de peligro cada vez que rondaban el área rival, fueron los de La Plana quienes volvieron a golpear con contundencia. En el 29, tras un córner botado por Dani Parejo desde la izquierda, Raúl Albiol empotró el balón en el fondo de las mallas ante la evidente pasividad de una zaga visitante que se empeñó en acudir en masa al primer palo y dejó completamente libre el segundo.
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Boxeador Albiol.
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Golpe a golpe, el Villarreal tiene noqueado al Arsenal. #LaCasaDelFútbol pic.twitter.com/1XujwTPo3f
Hasta el descanso, los ingleses se esforzaron por mantener el tipo y recortar distancias, pero su único acercamiento fue desactivado por el VAR. Aunque el colegiado había señalado penalti por un claro derribo de Juan Foyth a Nicolas Pépé, el videoarbitraje dejó sin validez la pena máxima tras constatar que el punta se había ayudado de la mano para controlar el balón.
Constantes cambios de rumbo
Lógicamente, el Arsenal aceleró tras el paso por vestuarios. Conscientes de que un simple tanto lejos de casa podía arreglar su mala noche, los de Mikel Arteta apostaron por presionar aún con más insistencia y atacar con algo más de intención. Unai Emery, que seguramente se lo veía venir, aprovechó que Paco Alcácer había acabado algo tocado el primer acto para añadir cemento a su escuadra y dar entrada a un Francis Coquelin que, como cabía esperar, siempre estuvo más cerca de la medular que del ataque.
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En cualquier caso, las pizarras quedaron en un completo segundo plano durante este periodo. Primero, porque el árbitro expulsó a Dani Ceballos por doble amarilla en el 56; después, porque Nicolas Pépé aprovechó un dudoso penalti cometido sobre Bukayo Saka para firmar el 2-1 cuando peor pintaban las cosas para los suyos (72'), y finalmente, porque Etienne Capoué se pasó de frenada en el 76 y también dejó a los amarillos con uno menos. Con vaivenes así, no hay táctica que valga.
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Tal vez por eso, aunque resulta lógico que haya quedado una cierta sensación de oportunidad desaprovechada, la realidad es que el Villarreal debe hasta darse por satisfecho con el 2-1. De hecho, en los instantes finales, Rulli tuvo que emplearse a fondo para desviar un disparo de Aubameyang que podría haber dado pie a un empate que sin duda habría dejado un peligrosa huella anímica de cara al partido de vuelta. Sea como fuere, en el Emirates Stadium tocará sufrir.
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