El croata ha pasado de ser imprescindible para los proyectos a un jugador incómodo por el que se busca una rentabilidad que cada vez será menor.
En 2014 apostaba el FC Barcelona por su fichaje, aprovechando que apenas le quedaba a Ivan Rakitic un año de contrato con un Sevilla donde maravilló con su fútbol. Una apuesta de 18 M€ para el equipo entrenado entonces por Luis Enrique, que fueron rápidamente rentabilizados con ese Triplete de 2015.
El croata logró desbancar a Xavi Hernández de la titularidad en el cuadro culé tras una década, marcaba en la final de Berlín, aportaba aplomo y seguridad defensiva al equipo, además de llegada desde segunda línea, frescura en las piernas y capacidad de sorpresa.
Pero muchos lo acusaron desde ese momento, especialmente al año siguiente cuando el Atlético de Madrid eliminaba en Liga de Campeones a los azulgranas, de ser el símbolo en un inevitable cambio de sistema que iba contra el famoso ADN de juego culé. El estilo cambió, es cierto, pero con tanta “culpa” para el balcánico como para su entrenador y otros compañeros, como el tridente ofensivo (Suárez, Neymar, Messi), que obligaba a ello.
Del todo a la nada con Valverde
Fue en esos 4 años, incluido primeros de Ernesto Valverde, fijo con Andrés Iniesta y Sergio Busquets en el centro del campo. Los canteranos también entraron en decadencia pero siempre tuvieron, como es lógico por trayectoria, más crédito. El Txingurri en cambio supo mantener al croata como fijo, haciéndolo el jugador más importante de su equipo en la primera campaña.
Pero algo cambió aquella noche de Roma para todos, incluido para él. Aunque en el Mundial de Rusia mostró otra vez una gran versión, las sospechas en torno a su figura se acrecentaron. Y durante el pasado verano, con la llegada de Frenkie De Jong, las posturas se radicalizaron: los culés intentaron incluirlo sin éxito en la operación Neymar, mientras el jugador manejaba una oferta de la Juventus que no fue escuchada. De manera que el mismo Ernesto Valverde que no podía pasar sin él en su primer año, lo dejaba fuera de las alineaciones constantemente en buena parte de esta campaña.
Hoy veíamos cómo las posturas están más alejadas que nunca y se ha hablado de ruptura total. El centrocampista de 32 años, que guste o no es historia reciente del club, tiene todas las papeletas para marcharse por la puerta de atrás, sin el reconocimiento que seguramente merecería. Y evidentemente por menos dinero del esperado.
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