Süper Lig

José Mourinho, un entrenador anacrónico

José Mourinho hace tiempo que no es considerado para los puestos de los principales equipos europeos y es que sus métodos han quedado anticuados para la era moderna del fútbol.

Por Pablo de la Fuente
5 min.
José Mourinho @Maxppp

“Yo nunca entrenaré al Málaga”. Esa fue la frase que pronunció José Mourinho allá por 2011 al responder una pregunta en la que se le comparaba con Manuel Pellegrini. En aquel momento estaba en la cresta de la ola, era uno de los mejores entrenadores del mundo y veía muy lejana su decadencia, pero lo cierto es que 14 años después anda más cerca de dirigir a los boquerones que de regresar a la élite más absoluta que en su día dominó.

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En la primera década del siglo pasado, Mourinho fue un entrenador rompedor, un estratega que desde la táctica influía más que sus propios jugadores en los partidos, ganando la UEFA con el Oporto y a continuación la Champions League, en una progresión sin precedentes hasta la fecha. Ya pasados los años 00’, logró encontrar el único antídoto posible contra el Barça de Guardiola y su popularidad se disparó por los aires, pero una vez abandonó la capital de España, la cuesta abajo ha sido inevitable.

Siempre bajo el foco

Su polémica figura en ocasiones no permite discernir al aficionado entre la excelencia a la que llegó desde la pizarra y mediocridad derivada de sus comportamientos barriobajeros en el banquillo. Toda la parafernalia que le envolvía, tan ridícula como necesaria para potenciar su personaje, durante mucho tiempo hizo que sus críticos le trataran como a un entrenador menor y que sus seguidores defendieran conductas injustificables. Mourinho fue un técnico top y un maleducado al mismo tiempo y no pasa nada por exponer ambas realidades.

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Lo cierto es que la época dorada del Real Madrid, posterior a su marcha, no se entiende sin la resurrección por parte del portugués de ese carácter competitivo que se había perdido en la capital de España. Otro tema es si mereció la pena dejar los valores del club a la altura del betún, pero la realidad fáctica a día de hoy es que deportivamente las consecuencias fueron positivas. Eso sí, a partir de su salida, quitando una temporada en el Chelsea, sus prestaciones desde el área técnica bajaron considerablemente.

El fútbol es un deporte cíclico y en cada fase de su historia es una escuela la que marca el camino. En las últimas temporadas nos movemos en la era de las presiones y de las infinitas variables que se proponen desde el banquillo en salida de balón, dos conceptos a los que José Mourinho no da una importancia primordial y es por ello que se ha quedado anticuado. Actualmente Mou es un entrenador completamente anacrónico, perdido entre las innovaciones del presente como ese padre al que se le abren los ojos cuando su hijo le enseña a utilizar la inteligencia artificial. Tiene conocimiento de sobra para aplicarlo, pero el tren le ha pasado por encima.

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