Sentencia final para Igor Tudor
Derrotada por 2-0 en Como, la Juventus de Igor Tudor se hunde en la duda. Entre resultados mediocres, tensiones internas y un calendario infernal, el porvenir del entrenador croata en Turín parece más incierto que nunca.
Como 2-0 Juventus. Es un eterno recomienzo para la Juventus. Con cada nuevo proyecto, las mismas promesas, los mismos anhelos y, al final, las mismas decepciones. La derrota por 2-0 en el césped de Como ha revivido imágenes demasiado familiares en la historia reciente del club: un equipo amorfo, sin un plan de juego claro, y un entrenador de pronto en el ojo del huracán. Los goles de Kempf y Nico Paz no solo han infligido la primera derrota de la temporada para Tudor, sino que han simbolizado un nuevo colapso moral. Tras siete jornadas de Serie A, la Juventus suma solo 12 puntos y sale de la zona de Champions League, lejos de la cabeza que ocupan Inter de Milán, Roma y Nápoles. El club piamontés, que soñaba con volver a la élite, parece atrapado de nuevo en sus demonios: actuaciones irregulares, un juego apagado y directivos obligados a evaluar, de forma prematura, el destino de su técnico.
Para Igor Tudor, esta derrota podría marcar un punto de inflexión. La Juventus no gana desde el 13 de septiembre (4-3 ante el Inter) y arrastra una preocupante racha de seis partidos sin victoria en todas las competiciones. Las tensiones internas no ayudan: la relación entre Tudor y el director general Damien Comolli, calificada de «fría», es objeto de numerosos rumores en Turín, según ‘Calciomercato’ y ‘La Gazzetta dello Sport’. La dirección cuestiona la gestión de los fichajes, sobre todo de David y Openda, y el evidente déficit de creatividad en el centro del campo. El equipo parece haber perdido su identidad y su agresividad, esos elementos que definieron las primeras semanas de la era Tudor. El entrenador croata, conocido por su carácter fogoso, luce ahora exhausto, casi resignado, como demostró su actitud apagada en el banquillo ante Como, dejando que su adjunto Javorcic e incluso Perin tomaran la iniciativa para motivar al grupo.
Un futuro en vilo entre Madrid y Roma
El partido contra Como ha expuesto todas las grietas estructurales de la Juventus actual. Tudor había apostado por un cambio táctico, abandonando su defensa de tres por un 4-3-3 inusual, pero el resultado fue desastroso. Kalulu, recolocado a la derecha, se mostró titubeante en el primer gol, mientras que el trío del medio (Koopmeiners, Locatelli, Thuram) careció de equilibrio y chispa. Arriba, David y Yildiz fueron invisibles, aislados en un esquema sin conexión. El gol de Kempf en el minuto cuatro rompió toda confianza, y la Juventus nunca pareció capaz de reaccionar en bloque. Los escasos destellos individuales de Conceicao fueron sofocados por la férrea disciplina defensiva de Como. Cuando Nico Paz marcó el segundo a la 79, el rostro de los bianconeri era el de un equipo sin alma, sin orgullo, casi entregado a su sino. Una imagen terrible para un club que aún se pretende símbolo de ambición y rigor.
Los males de la Juventus no se circunscriben al terreno de juego. El mercado de verano ha sembrado confusión en una plantilla ya debilitada. El culebrón Vlahovic marcó el estío: anunciado como salida, el delantero serbio se quedó al final, complicando la planificación ofensiva y las jerarquías internas. Paralelamente, el club multiplicó los refuerzos en ataque con David, Openda y Conceicao, descuidando una medular que flaquea en el ritmo. El resultado es una plantilla rebosante de delanteros pero huérfana de enlaces entre líneas. Tudor ha intentado experimentar, sin hallar la fórmula idónea. Su proyecto de juego, basado en la intensidad y la verticalidad, choca con la realidad de un grupo fragmentado. Decisiones recientes, como apartar a Openda en Como o insistir con Koopmeiners pese a sus actuaciones flojas, delatan un malestar más hondo, tanto táctico como psicológico.
El calendario no da tregua a Igor Tudor. El miércoles, la Juventus se mide al Real Madrid en Champions League, antes de un desplazamiento clave a Roma para encarar a la Lazio. Dos duelos de alto voltaje que podrían sellar el sino del croata. Se precisa una reacción inmediata: un nuevo revés podría precipitar una decisión drástica de la directiva. En Madrid, hará falta un milagro para reavivar la llama; en Roma, sobre todo para salvar el puesto. «¿Estoy preocupado? Gane o pierda, el entrenador siempre debe estarlo, en sentido estricto. Todo me preocupa siempre, es la vida de un técnico: victoria, derrota, empate, hay que estar alerta. ¿Qué podemos mejorar? Lo hablaremos en el vestuario», declaró Tudor este domingo. La sensación general es la de una Juventus desorientada, cansada, cautiva de un ciclo de promesas incumplidas. Si Tudor no logra insuflar una identidad clara a su equipo, el club no dudará en barajar un relevo a mitad de curso, un guion ya manido en Turín que casi se ha convertido en tradición moderna.
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