España salva los muebles pero no despeja las dudas

Necesitaba España cosechar hoy un buen resultado en su carrera por el Mundial. Después del pinchazo en casa hace apenas unos días ante una débil Grecia que basó su juego en una defensa en la que el combinado nacional fue incapaz de encontrar un hueco, la escuadra de Luis Enrique se veía hoy las caras con Georgia. Y lo cierto es que las sensaciones fueron prácticamente las mismas que las de la primera jornada.

De visita a Tiblisi para verse las caras con el cuadro que dirige el francés Willy Sagnol ha supuesto un más quebradero de cabeza para la Roja. Pese a que salió con la clara intención de dominar el choque, España era incapaz de mostrarse superior. El déficit del equipo para generar ocasiones de peligro está suponiendo una rémora a la hora de poder luchar por cotas elevadas. Apostó hoy el seleccionador por una serie de cambios en el once con vistas a mejorar las sensaciones. Pero el problema ha vuelto a ser evidente.

Georgia golpea primero

Así sucedió ante Grecia y hoy ha vuelto a ser evidente. Las sensaciones han sido incluso peores. Y es que a la falta de capacidad para crear peligro hay que sumar que ante Georgia se ha carecido n muchos tramos de la buena presión tras pérdida mostrada frente a los helenos. En los primeros cuarenta y cinco minutos la única ocasión que los visitantes podían llevarse a la boca era un lanzamiento de Ferran Torres en el minuto 10 que no causaba demasiada zozobra al guardameta Giorgi Loria.

Mucho más peligro generaban los locales. Los georgianos sabían a qué jugar. Con una defensa sólida y salida rápida, llegaban con muchos hombres al área rival. Unai Simón salvaba una clara ocasión en el 17, pero era incapaz de hacer nada en el 43 cuando Kvaratskhelia controlaba después de aprovechar un desajuste defensivo para ponerse cara a cara con el arquero y batirle con un tiro raso.

España remonta tras el descanso

De este modo, la selección española se veía en la necesidad de remontar durante la segunda mitad si no quería verse en una situación incómoda después de tan solo dos partidos. Y apenas diez minutos después de la reanudación, el empate era un hecho. Jordi Alba se incorporaba al ataque y lanzaba un centro desde la banda que Álvaro Morata rozaba con el tacón y Ferran Torres introducía en la portería georgiana.

El 1-1 daba un impulso al juego de España. El balón circulaba con mucha mayor presteza que en la primera mitad. La presión era notablemente mejor y el bajón físico de los locales era más que evidente. El campo parecía inclinado y el dominio visitante, claro. Sin embargo, las ocasiones no terminaban de ser claras. Y cuando ya nadie creía, apareció Dani Olmo. El jugador del RB Leipzig se sacaba un latigazo de la manga en el minuto 92 que se colaba por la escuadra después de encontrar la inestimable colaboración de Loria (1-2). La victoria era un hecho y España ya tiene cuatro puntos después de dos choques.

Es indudable que la selección no invita al optimismo. Ha pasado España de ser un equipo que asombraba a propios y extraños con su juego a ser un combinado menor. De ser favorita a todo no hace tantos años a ser incapaz de ganar a Grecia en casa y pasarlo mal en una visita a Georgia.

Echando un vistazo a lo que hoy estaba en el campo, es evidente que estamos ante un proyecto joven al que todavía le quedan varios pasos por dar. Resta por descubrirse ahora si estos pasos terminarán dándose. El siguiente partido, ante Kosovo el próximo miércoles. Luego, debe llegar el turno para el análisis.