La montaña rusa de Diego Pablo Simeone
El Atlético de Madrid dejó ayer sensaciones contrapuestas en distintas fases del partido en las que demostró que cuando intenta dar un paso hacia adelante puede competir con cualquier equipo de Europa.

Jugar en Anfield probablemente sea uno de los retos más complicados del mundo del fútbol. El Liverpool aprovecha los comienzos de ambas partes para crear una energía especial en el estadio que, combinada con las ricas variantes tácticas de las que dispone, propicia que el rival se embotelle en su área, sin apenas poder hacer nada para remediarlo, pero una cosa es que los ‘reds’ te encierren con empeño y otra salir ya encerrado.
Antes de que el Liverpool tuviera que poner en liza sus múltiples virtudes para hacer daño a los colchoneros, Simeone decidió empezar con un 4-5-1 dispuesto a verlas venir y aguantar el chaparrón, tratando de defender el área a conciencia, lo cual desde los tiempos de Godín y Miranda no es una buena idea. El resultado, un 2-0 abajo en 7 minutos y pudieron ser al menos un par más.
Reacción y Llorente
Durante el primer tiempo, el Atleti reaccionó, siendo capaz de juntar pases entre el minuto 15 y el 30, si bien no acababa de inquietar el área de Alisson y, de hecho, el Liverpool resurgió con otras dos ocasiones antes del descanso, hasta que Marcos Llorente prosiguió con su idilio con Anfield finalizando una jugada generada por un desmarque al espacio de Giuliano Simeone, jugador limitado técnicamente para ser titular en una plantilla que aspire a levantar la Champions League, pero que lo compensa con su entrega física y una puntualidad exquisita para aparecer en los goles marcados.
Tras el paso por vestuarios, el Cholo compensó su error inicial con un cambio que marcó la dinámica del segundo periodo, introduciendo a Koke por Raspadori. En el minuto 53, creó así una superioridad en el medio mediante la cual se conseguían dos cosas: en primer lugar, disminuir los ataques del Liverpool, y en segundo, generar la oportunidad de filtrar algún pase incisivo en tres cuartos de campo. Simeone fue determinante con su decisión desde el banquillo y, como no, también Koke sobre el verde, manejando el tempo de los suyos.
Posteriormente llegaría el segundo gol de Marcos Llorente, el cruel final con la diana de van Dijk sobre la bocina y el episodio de Diego Pablo con uno de los aficionados que se situaba detrás del banquillo, pero lo que realmente deja este compromiso en la mente del aficionado rojiblanco es la eterna duda de qué podría suceder si no se necesitara el estímulo de verse por debajo en el marcador para tratar de proponer más fútbol.
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