Liga de Campeones | Los fantasmas de siempre devoran al PSG
El Parque de los Príncipes ha sido escenario de una remontada histórica de un Manchester United que, con el marcador en contra y una plaga de lesiones, ha aprovechado hasta tres errores infantiles de un PSG aterrado de nervios para sobrevivir en la Liga de Campeones.

Con la Ligue 1 prácticamente ganada desde el inicio, y después de arrasar en casi todas las competiciones domésticas en los últimos años, parece claro que el PSG vive prácticamente para este tipo de noches. Porque además suele pasar la fase de grupos con mayor o menor solvencia, pero en los dos años anteriores se había estrellado precisamente a estas alturas de la competición que más anhela el club, aquella para la que se ha realizado una gran inversión. Esta vez en el Parque de los Príncipes todo pintaba diferente, porque el resultado de la ida favorecía a los locales (0-2) y el Manchester United se plantaba en la capital de Francia sin Paul Pogba, sancionado por su expulsión en la ida. Losdiablos rojos, tras las dudas de toda la temporada, llegaban a París con una tarea compleja, algunas dudas pero con sus dos delanteros en racha. Romelu Lukaku y Marcus Rashford eran la gran esperanza de los ingleses para intentar dar la vuelta a esta eliminatoria que estaba cuesta arriba. Por si fuera poco los de Ole Gunnar Solskjaer se plantaban en este partido decisivo con muchas bajas (el centro del campo era diferente al de la ida) y con un banquillo lleno de juveniles para cubrir el cupo. Todo por tanto en contra de los británicos.
Pero el fútbol no deja de sorprendernos. Lo vimos anoche en el Santiago Bernabéu y hoy desde el principio supimos que iban a pasar cosas, que la eliminatoria no estaba cerrada. No llevábamos ni dos minutos de juego cuando un error de Thilo Kehrer en una cesión a Buffon, servía en bandeja un pase inmejorable al enrachado Romelu Lukaku, que tras un buen regate al meta italiano silenciaba el Parque de los Príncipes. El belga es un delantero tan hábil como oportunista y sobre todo letal cuando está en forma, así que no desaprovechó un regalo de esos que escasamente se ven a estas alturas en Europa. Se colocaban los ingleses a una diana de igualar el partido, aunque pronto vimos que no estaba parejo. De la mano de nuevo bajo la clásica batuta de un buen Marco Verratti, el PSG volvió al habitual dominio que exhibe en su campeonato y que a vimos en el duelo de ida. Los de Thomas Tuchel se hicieron con la pelota, empequeñecieron a su rival y lo condenaron a arrinconarse en su área para evitar lo que podía ser un chaparrón como el que regaba la Île de France en esos momentos. Porque en el 12’Juan Bernat había igualado la contienda y Kylian Mbappé resultaba, con su velocidad de movimientos, un problema indescifrable para la zaga mancuniana, que a duras penas sostenía las acometidas francesas. Pero esa larga media hora de dominio francés no se concretó en un segundo gol.
Y, si el Manchester United parecía ya en la lona, fue el propio PSG el que se encargó de darle vida de nuevo, esta vez con otro error de bulto del propio Buffon. No lograba el italiano atajar un disparo lejano de Rashford y de nuevo Lukaku, siempre metido en el partido siendo el jugador más activo de los diablos rojos (el único capaz de generar algo de peligro y estirar al equipo al luchar los balones largos que achicaban sus compañeros), aprovechaba el balón muerto para poner el 1-2 que ya cambiaba de nuevo el panorama. De hecho en los minutos que quedaron hasta el descanso vimos a todo un PSG con el mismo estado de nerviosismo del propio Kehrer (que durante todo el partido no logró quitarse este tembleque culpable de quien sabe haber cometido un error garrafal). Marco Verratti no daba un pase bueno, Kylian Mbappé fallaba controles, Ángel Di María veía la amarilla y rozaba la expulsión, Julian Draxler no levantaba la cabeza para ver la mejor opción… Revivían sin duda los franceses fantasmas del pasado que parecían aniquilados, y ante un rival claramente menor sufrieron demasiado para alcanzar el intermedio. Tanto que hasta el propio Buffon tuvo que intervenir en la jugada que casi cuesta el tercer gol. Mientras el Manchester United, crecido por el viento a favor y el palpable nerviosismo de un rival que se desmoronaba cual azucarillo en café, sacaba a relucir (con menos calidad que en otras ocasiones por las notables bajas) su orgullo y casta propias de un equipo campeón, aunque en horas bajas. La de una escuadra con 3 Champions League en su haber, el grande de Europa que antaño asustaba en cada visita por Europa. Se presentaba por tanto una segunda parte muy emocionante, con Edinson Cavani ya calentando para posiblemente salir de urgencia (algo que Tuchel prefería evitar) en el segundo acto.
Una segunda parte de miedo… y un final de traca
Las imágenes justo antes del inicio de la segunda parte mostraron a un PSG en el túnel de vestuarios conjurándose bajo la dirección del veterano Thiago Silva, seguramente para espantar esos fantasmas y nervios que habían echado por tierra casi todo el gran trabajo de hace tres semanas en Old Trafford. Los temores quizás infundados de la escuadra francesa eran su peor enemigo. Y a menos que llegara un gol los minutos podrían correr en contra para ambos equipos, pues un gol lo cambiaba todo. Los galos siguieron dominando, al menos asediando con mayor asiduidad la meta de David De Gea. En los primeros compases Ángel Di María, que llevó peligro por la izquierda tanto como Thomas Meunier por la derecha. Al Fideo le anularon un gol en el minuto 55 por fuera de juego. A partir de ese momento el club galo comenzó a jugar con el freno de mano puesto, con el lógico miedo a no descubrirse demasiado porque su falta de confianza en defensa tras dos regalos flagrantes era evidente. También se echó en falta el colmillo que a los de Thomas Tuchel le aportan Neymar y Edinson Cavani, ambos espectadores inquietos del duelo.
El uruguayo seguía calentando en la banda, pero la prudencia del entrenador alemán evitó darle entrada con mucho tiempo por delante. Prefirió una opción conservadora, en este caso la entrada de Leandro Paredes para reforzar el centro del campo y evitar pérdidas indeseadas como las que le costaron dos goles en la primera parte. El argentino, que pronto se ganó una tarjeta, dio consistencia. Aunque es justo decir que de parte del Manchester United el peligro era más imaginario que real, aunque latente. Aun así Ole Gunnar Solskjaer dio entrada a la desesperada a dos de sus juveniles en el tramo final, aprovechando ese estado de inquietud que el propio PSG se había ganado a pulso. A todo esto hay que añadir que tampoco era la tarde de Kylian Mbappé, fallón como nunca habíamos visto, hasta el punto de desperdiciar un claro mano a mano ante Buffon cuando el partido expiraba.
Pero a los de Old Trafford les quedaba una bala. Quizás no se la habían ganado por juego, pero el PSG desde luego hizo méritos para dejársela en bandeja. El resultado tan corto dejaba margen siempre a otro error, una jugada desafortunada que consumara la remontada de los ingleses. Y aunque parecía que con los dos regalos anteriores los galos habían agotado el cupo, una extraña maldición parece pesar sobre este club en los últimos años, que se ha dejado perder de forma incomprensible varias eliminatorias que tenía de cara en su sempiterno sueño de conquistar Europa. Pues bien, ya en el descuento Presnel Kimpembe cometía un penalti por manos, que el árbitro Skomina pasó por alto pero corrigió el VAR. Una pena máxima que viendo la repetición pareció más clara que en el directo, y que Marcus Rashford se encargó de transformar para completar su gran partido, en el que exhibió su gran calidad y verticalidad en las pocas ocasiones de que dispuso. Un gol al que siguió un descuento muy alto de casi 10 minutos, pero que no sirvió al PSG para tratar de salvarse.

#MUFC book our place in the #UCL quarter-finals in the most dramatic fashion thanks to @MarcusRashford's injury-time penalty!

Al final un 1-3 tan sorprendente como legendario para el Manchester United, que recuerda en cierta medida a aquella final del Camp Nou ganada sobre la bocina con el propio Solskjaer como protagonista final, ya que ha tenido también un final épico para los visitantes. En cambio, para los locales supone un revés inesperado, que tendrá seguramente consecuencias que ahora alcanzamos solamente a vislumbrar y que podrían sacudir de nuevo el mercado. Porque si, este fracaso dolerá más que la remontada del Camp Nou o la debacle ante el Real Madrid de los años precedentes. Esta vez todo estaba a favor, incluso el juego que fue sin duda mejor de parte de los franceses, quienes hicieron méritos para conseguir sentenciar mucho antes la eliminatoria. Pero parecen no haber entendido esta competición tan exigente como traicionera, donde los fallos se pagan caro. Por ahora llevan camino de labrarse una auténtica leyenda negra para la que no ven salida…
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